Los hábitos de estudio son el mejor y más potente predictor del éxito académico, más incluso que el nivel de inteligencia o la memoria.
Durante nuestra trayectoria estudiantil vamos incorporando unos hábitos de estudio de manera no sistemática. En cuanto los niveles de exigencia se eleven, debemos de mejorar estas estrategias para ir adaptándolas a las necesidades. Cuando esto no pasa, nos encontramos con que no tenemos las herramientas necesarias y no somos capaces de seguir el ritmo normal de estudio.
Conocer y entrenarse en técnicas de estudio que potencien y faciliten la habilidad de aprendizaje, es un paso clave para sacar el máximo provecho y conseguir el mejor rendimiento.
Por todo esto, lo ideal es evaluar a cada persona y ofrecer unas técnicas y hábitos de estudio en función de sus necesidades y no de manera general. Esto puede implicar programas de habilidades cognitivas básicas, trabajar la atención, la concentración, comprensión lectora, enseñar a organizar el tiempo, etc.